LA AMPLIACIÓN DE HORARIOS COMERCIALES NO ES UN CHISTE

por | Jul 27, 2020 | Comercio, Consumidor, Editoriales, Feceresponde, Normativa legal, Noticias

Por: Carlos Moreno – Figueroa, Secretario General de FECE

 

Un alemán, un francés, un italiano y un español deciden ir a comprar un televisor un domingo por la mañana para ver esa tarde un partido de fútbol con la familia…  Aunque pueda parecer el comienzo de un chiste, no lo es. Los tres primeros, seguramente no podrán hacerlo en sus países de origen y el cuarto dependerá de qué domingo se trate y de si se encuentra en Madrid, Bilbao o Cuenca, por ejemplo.

Como es bien sabido, la muchas veces caótica y disgregada legislación española posibilita la apertura comercial en determinados festivos del año. Normalmente son los primeros domingos de mes, que son consideradas las fechas que registran un mayor nivel de gasto en las familias en los establecimientos comerciales. Esto es así en casi la totalidad de las comunidades autónomas, con entre 8 y 12 festivos en los que podrán abrir los comercios, con la clara excepción de Madrid. Esta comunidad es uno de los espacios europeos donde la legislación relativa a horarios comerciales es más permisiva, por lo que si los cuatro personajes con los que empezábamos estas líneas se encontraran en Madrid, podrían ir a comprar prácticamente cualquier dia del año salvo que se tratara de Navidad, Año Nuevo o el 1 de mayo.

Esta apertura total de los comercios sin limitación de festivos es una reivindicación histórica de las grandes corporaciones comerciales y de algunos supermercados, que consideran que esa medida puede conllevar una mayor creación de empleo y unos menores precios, debido al incremento de la competencia. Esgrimiendo una supuesta “libertad de horarios”, apelan a la eliminación de restricciones “en favor del consumidor”. El lenguaje es muchas veces perverso. ¿Quién en su sano juicio puede decir abiertamente que está en contra de la “libertad”? Madrid apostó por esta “libertad” y fruto de ello, diez años después se han destruido la mitad de los establecimientos comerciales de calle y se ha precarizado y perdido calidad de empleo. Además, la oferta comercial se ha concentrado geográficamente, muchas calles comerciales han visto perder su vitalidad, muchos pueblos han avanzado en el camino de la despoblación y los precios no han bajado por la competencia, sino que incluso son más altos que en el resto de España. A veces se recurre al tópico del atractivo comercial para los turistas; pero las ciudades más atractivas del mundo para los turistas tampoco son aquellas que destacan por sus centros comerciales sino por su oferta artística y cultural. El llamado “turismo de compras” es siempre complementario y compatible con el cierre de las tiendas en festivos. Si esta supuesta “libertad” fuera la panacea, cabría preguntarse entonces por qué no se ha extendido esta medida a todas las comunidades autónomas del país o ha cundido el ejemplo en el resto de Europa. No es proteccionismo, es la realidad. Estudios de la Confederación Española de Comercio y los datos del índice de Comercio Minorista del INE confirman que mayor número de horas de apertura no aseguran ni más ventas, ni más empleo, ni más riqueza, más bien al contrario.

Como la realidad es que vender más horas no es vender más, la legislación se ha mantenido más o menos estable en la última década y ya no es motivo de polémica como años atrás; pero he aquí que el COVID ha servido como excusa a determinados actores a reclamar nuevamente esta “libertad” para “compensar” las pérdidas por las semanas de confinamiento y para “adecuarse a la competencia online” que no entiende de días ni horarios. Afortunadamente, ni desde el Ministerio de Comercio, ni desde CEOE, ni los sindicatos apoyan esta medida.

La realidad es tozuda. La apertura de los comercios en domingo consigue destruir y precarizar el empleo, incentiva la despoblación, no fomenta la oferta, atenta radicalmente contra la conciliación familiar y supone una competencia desleal contra el comercio de proximidad, beneficiando únicamente a las grandes empresas que, casualmente, son también especialmente activas en el mundo online. La convivencia de tiendas físicas y online debería enfocarse más a que las primeras hagan valer la calidad de servicio y la experiencia de usuario, mientras que las segundas destaquen por la usabilidad y disponibilidad. Si la tienda física y la online apuestan por los caminos contrarios, se equivocarán, porque el consumidor es inteligente y sabe lo que busca y quiere. La modernización del comercio no se trata tanto de un problema de oferta comercial y permanecer más tiempo abiertos, sino de hacer las cosas mejor.

A los consumidores (ya sean, por ejemplo, funcionarios, empleados de banca, abogados o políticos) que apoyan la plena apertura comercial los festivos, habría que preguntarles qué les parecería que les obligaran a ir a sus trabajos los domingos y no poder estar con sus parejas e hijos, librando un día entre semana en el que no coindicen con ellos. ¿Qué es más importante? ¿La urgente necesidad de comprar un televisor un domingo o el derecho a la conciliación familiar? Un berlinés seguro que se organizará para adquirir el televisor cualquier día de lunes a sábado para poder ver el partido el domingo por la tarde con la familia y amigos.