Comenzamos este nuevo año caminando irremediablemente hacia una sociedad en la que todo estará conectado a Internet. Y es que se prevé que en cinco años, 50.000 millones de sensores escondidos en todo tipo de objetos pondrán a disposición de terceros información de nuestros hábitos. Perderemos privacidad, pero a cambio nos prometen ahorrar energía, más seguridad, más comodidad… Las marcas aprovecharán el nuevo escenario para saber todo de nosotros y así adaptar sus productos y servicios a nuestras necesidades. Esto se hará realidad en un futuro no muy lejano que se ha venido en llamar el Internet de las Cosas, una evolución de Internet en el que en todo momento los objetos mantendrán conexión a la Red para enviar información y datos que permitan tomar decisiones de una forma más rápida y eficiente.
Y, ¿dónde podemos toparnos con esta nueva realidad en nuestra vida cotidiana? Son muchos los ejemplos que podemos encontrar en todas partes: vehículos que son capaces de conducir solos y que van escaneando cuanto encuentran a su paso; todos los dispositivos que se pueden llevar puestos o wearables que miden nuestro estado físico y hasta emocional; los contadores inteligentes que las compañías de gas, agua y luz van colocando en nuestros domicilios y que les permite tener completa información de nuestro uso de los electrodomésticos y nuestro estilo de vida; los sensores colocados los aparatos electrodomésticos y su interconexión con dispositivos de gestión unificada… todo esto ya está aquí e irá asentándose en nuestros hogares de forma paulatina y sin poder evitarlo.
El Internet de las Cosas, que se prevé que generará un negocio de 1,9 billones de dólares en 2020, irá creciendo en este 2016 recién estrenado y permitirá que cada vez más lugares, personas y objetos estén conectados a través de la Red. ¡Bienvenido!