Por: Marta Pérez Dorao, Directora General de FECE
Aunque nuestra normativa se aplica igual a las tiendas físicas y las de venta on line, en la práctica vemos que no se exigen las mismas obligaciones para todas. Principalmente en el ámbito medioambiental (recogida de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), en caso de venta de electrodomésticos, pero también trazabilidad, obligación de informar al consumidor etc). Las obligaciones son iguales, pero en la vida real con mucha más frecuencia de lo que desearíamos, solo se exigen a las tiendas que están a pie de calle: son “presas fáciles”. En general la mayoría de los pure player on line incumplen flagrantemente las obligaciones más formales que impone el RD RAEE como la de informar al consumidor, pero además también las sustantivas, como la de recoger el residuo, o si lo hacen cobran por ello, lo cual es ilegal.
Y, a pesar de lo que las inspecciones de consumo en algunas comunidades autónomas puedan decir, esto no se está aplicando. Lo cual implica un agravio comparativo que va en detrimento de la igualdad entre formatos comerciales. El modelo equitativo de equilibrio comercial requiere esta igualdad entre todos los comercios para evitar agravios comparativos y que se favorezcan prácticas anticompetitivas: obligaciones de garantías, seguridad y medioambientales para el comercio online y de segunda mano, junto a información clara al consumidor para que conozcan las vías y autoridades competentes para denunciar el incumplimiento de obligaciones por parte de aquéllos. Pero aunque así lo ha declarado el Ministerio, por ejemplo en relación con la recogida de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) en caso de venta de electrodomésticos, trazabilidad, obligación de informar al consumidor etc., casi exclusivamente es el comercio de proximidad el que está asumiendo los costes consiguientes.
Es un modelo no sostenible: Si hay que recoger la nevera usada cuando vendes una nueva sin coste para el cliente, ellos también deben hacerlo. Ello conlleva costes de logística inversa, trazabilidad, almacenamiento… Y por supuesto, con la misma carga fiscal.
Desde FECE llevamos a cabo un observatorio sobre esta práctica de no recogida del RAEE, y hemos observado varias formas de eludir esta obligación: o bien el apartado donde se indica que hay que llevarse el aparato usado está escondido en la web (por ejemplo en el apartado devoluciones), o bien solo aparece cuando se compra una entrega “Premium” con instalación, o directamente hay exigencias absurdas al consumidor, como que “lo envuelvan debidamente” “lo acerquen a su oficina de correos” etc. Pero la competencia para esta inspección y sanción está en las CCAA, y estas ante nuestra denuncia o bien no responden o sencillamente (y esto nos ha pasado recientemente) nos envían una respuesta de un folio diciendo que la entidad denunciada no incumple la norma, sin haberse leído ni estudiado, al parecer, la documentación enviada (un completo dossier con muchas páginas). Pues lo siento, señores: todas estas prácticas torticeras empleadas para burlar la ley implican incumplimiento efectivo de ésta. Y por tanto, son perseguibles y sancionables.
En este sentido, desde FECE venimos solicitando a los políticos que desarrollen estrategias específicas para vigilar y sancionar delitos en el canal online, específicamente los medioambientales, ya que los están cometiendo consistentemente. Es necesario además para el sostenimiento del modelo, no puede ser que paguen siempre los mismos. No es de recibo que se pueda ofrecer el mismo producto más barato porque se pague un 5% de impuesto de sociedades y además no pase nada por incumplir la normativa de recogida de residuos…
Hay muchos más problemas penalizando el comercio de proximidad. Se trata también que desde las autoridades públicas se reflexione sobre el modelo de comercio, y por tanto de sociedad, que queremos. Es el comercio de proximidad, que supone una red de pymes, micropymes y autónomos, el que vertebra nuestras ciudades y evita la desertización del centro. Y no es solo el tema medioambiental. Si seguimos abrumando a la tienda de proximidad con cargas administrativas como hacer constar en la factura leyendas sobre temas tan variopintos como el medioambiente o el canon digital, (sin pensar que cada vez que alguien tiene esta ocurrencia supone costes para cambiar el sistema de facturación), si los hacemos además de recaudadores de impuestos, recaudadores del canon (no olvidemos que son particulares trabajando para otros particulares por imperativo legal), delatores de sus propios clientes haciendo las labores de “inspectores” en el tema del aire acondicionado… no cabe duda de que este pequeño comercio, pilar básico de nuestras ciudades y pueblos, está condenado a desaparecer.