Tiempo de ahorrar, tiempo de renovar
Estamos escuchando constantemente el riesgo en el que estamos poniendo a nuestro planeta, y nos recuerdan constantemente que es el planeta A porque no hay B. La civilización del consumo desmesurado y del usar y tirar ya no es aceptable, y hay un consenso generalizado sobre la necesidad de aplicar el concepto de sostenibilidad a todas nuestras acciones, permeando incluso la apetencia de inversión en las empresas (ej., directrices de inversión de BlackRock). Peligran los ecosistemas, y conservarlos es clave tanto para restaurar la biodiversidad como para hacer frente al cambio climático. Por ejemplo, se podrían alcanzar un 30 % de nuestros objetivos para mitigar el cambio climático con soluciones basadas en la naturaleza, como restaurar bosques, suelos y humedales, según Raquel Espadas, de Schneider Electric.
Pero tenemos cierta tendencia a pensar que eso lo tienen que hacer otros. Que es una cosa de los gobiernos y las empresas. No cabe duda de que así es en gran parte, y que éstos deben adoptar políticas que permitan el crecimiento pero también la conservación de los recursos y minimicen el deterioro ambiental. Parecía que íbamos por buen camino y sin embargo, el riesgo en que están actualmente los suministros debido primero al COVID y luego la guerra de Ucrania ha hecho que entremos en pánico, y cambien las prioridades.
Y yo, ¿qué hago?
No obstante, hay muchas acciones que se pueden llevar a cabo de forma individual, y también con el apoyo de las instituciones. Por ejemplo intentar reducir nuestras propias emisiones. Según Booking, un 91% de los viajeros españoles piensa que viajar de forma sostenible es vital y un 56% afirma que la pandemia ha despertado sus ganas de viajar de forma más sostenible en el futuro. Mucha gente opta por no tener coche y usar otras formas de movilidad compartida. Pero es curioso que nadie considere el impacto que tiene en el medioambiente nuestro uso de las tecnologías. Nuestra conectividad a través de plataformas como Google o Meta implica la existencia de inmensos ordenadores que consumen energía a raudales, además de precisar de potentes sistemas de refrigeración que genera muchas emisiones. Un email puede llegar a generar entre 1 y 50 gramos de CO2, según los archivos adjuntados. ¿Qué podemos hacer? Podríamos sustituir estos archivos por links, borrar archivos antiguos y podríamos también darnos de baja de muchas newsletters o publicidad que ni siquiera abrimos… Según la BBC, internet es responsable del 3,7% de las emisiones globales, lo mismo que la industria aeronáutica global. Y se prevé que estas emisiones se doblen en 2025… Y eso sin contar a los “mineros” de las criptomonedas y sus gigantescas instalaciones informáticas.
Otras acciones que se pueden realizar son las relacionadas con ahorro de agua y energía. La sustitución de todos los electrodomésticos de un hogar impacta en el recibo de la luz que puede verse reducido hasta un 30%. Con los elevados precios de la electricidad, estas sustituciones por aparatos de alta eficiencia energética suponen un ahorro importante, y un ahorro de emisiones también para el planeta.
¿Qué hace FECE?
Por eso desde FECE hemos puesto en marcha una campaña para fomentar la compra de estos electrodomésticos clase A, con unas condiciones especiales, hasta 24 meses sin intereses, y además nuestro partner financiero, SCF, plantará un árbol por cada financiación de uno de estos aparatos, contribuyendo así a reducir el impacto medioambiental y también a crear conciencia entre los potenciales clientes.
Pero también seguimos trabajando para que se apruebe en Plan Renove nacional que implique ayudas a los consumidores a través de los Fondos Europeos. Sería un apoyo esencial para incentivar la venta de electrodomésticos con etiqueta A, aquellos que son más eficientes, sostenibles y que generan mayores ahorros de energía y agua.
Por tanto, y en definitiva, es la labor conjunta de gobiernos, empresas, organismos y consumidores la que conseguiría ralentizar este progresivo deterioro del medioambiente, pues no podemos seguir postergándolo para el futuro: el futuro ya está aquí.